Descripción
La vida no es blanca ni negra, es un lienzo de grises matizados; los desiertos no terminan de tajo, se van reverdeciendo poco a poco los senderos. La vida del hombre -así como la de la humanidad- se puede medir por épocas en las que al tiempo se les puede mirar atrás y simplemente decir: “fue duro pero aprendí, o era justo lo que necesitaba en ese momento”. ¿He terminado de cruzar mi desierto? aún no. Quizás la metáfora del desierto, sea la metáfora de la vida, y hoy estoy seguro que Dios hace nuevas todas las cosas y así lo he recibido inmerecidamente en mi vida. A mí se me permitió cruzar la gravedad de la enfermedad, conservar mi vida y sobrevivir sin ninguna secuela física; al grado que hoy he vencido muchos de mis límites. Mi futuro no sostiene ya las mismas certezas, hoy tiene un resignificado que proclama nuevas preguntas: ¿Por qué?, ¿Para qué? y ¿Cómo?